sábado, 13 de junio de 2009

EL CENOTE "ZACÍ"




Visitar Valladolid y no conocer el cenote Zací
es como viajar a París y no admirar la torre Eiffel, según afirman algunos
vallisoletanos



El cenote Zací es un símbolo de esa ciudad del oriente de Yucatán, un prodigio de la naturaleza y una enigmática, emocionante aventura, por la magia que encierra en sus caprichosas formas pétreas y la leyenda que le envuelve.
Enclavado cerca de la plaza principal de la Sultana de Oriente, es uno de los cenotes a cielo abierto más grandes e impresionantes de la Península.
El espejo de agua, en forma ovalada, tiene 28 metros de diámetro en la parte mayor y 25 en la menor, y la altura entre la bóveda y la superficie acuífera es de 26 metros.
En torno a las paredes se han dispuesto estructuras de piedra en forma de escalinatas que permiten a los visitantes recorrer los alrededores y admirar amplia gama de peces de agua dulce. Zací, palabra maya que significa "Gavilán blanco", era el nombre de la urbe prehispánica sobre la cual se fundó en 1543 la actual ciudad de Valladolid.
Hoy día, Zací se relaciona directamente con el cenote, un atractivo natural que genera importante desarrollo turístico. El lugar cuenta con restaurante especializado en cocina yucateca, espacio para venta de artesanías y otros artículos, y un pequeño zoológico de aves típicas de la región.
-La estrella es el cenote; a todos los visitantes les llama la atención la imponente belleza de esta formación natural que se ha convertido en símbolo de la ciudad -indica el Sr. Jorge Alberto Aguilar Rivero, administrador del restaurante.
-Creo que un viaje a Valladolid no puede estar completo sin una visita al cenote Zací. No pierde su belleza porque es un espacio respetado por la comunidad, de modo que siempre está limpio, lo que causa grata impresión en los visitantes.
La entrada de la luz, que se filtra a través de las copas de los árboles, permite que se refleje el azul del cielo y la blancura de las nubes. Las estalactitas parecen desafiar las leyes de la gravedad, y, cual "espadas de Damocles", retan a la paciencia de los hombres que se admiran ante este prodigio de la madre naturaleza.
Las raíces que penden de la bóveda principal parecen estar ansiosas de tocar el espejo de agua, como queriendo saciar la sed en los días calurosos.-

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