viernes, 12 de junio de 2009

LA PRIMERA CHISPA DE LA REVOLUCIÓN


REBELION DE VALLADOLID
“PRIMERA CHISPA DE LA REVOLUCION MEXICANA”
4 DE JUNIO DE 1910
El 4 de junio de 1910, en la ciudad de Valladolid, Yucatán, estalló la rebelión organizada por Maximiliano R. Bonilla y otros dirigentes del Centro Electoral Independiente, frente antirreeleccionista, contrario a la dictadura porfiriana representada en el Estado por Olegario Molina, rico comerciante y miembro prominente de la elite henequenera, ex gobernador, entonces ministro en el gabinete de Porfirio Díaz, y quien se perpetuaba en el poder a través de un “hombre de paja”, Enrique Muñoz Arístegui. La rebelión tenía como antecedente el “Plan de Dzelkoop” del l0 de mayo que llamaba al pueblo a levantarse en armas contra la tiranía y entre los principales conspiradores estaban José E. Kantún, Crescencio Jiménez Borceguí, José Crisanto Chí, Víctor Montenegro, Claudio Alcocer, Miguel Ruz Ponce, Donato Bates, Atilano Albertos. Y asimismo, los hermanos Felipe y Elvia Carrillo Puerto, Tomás Pérez Ponce y el Sr. Guerra Juárez, como hoy sabemos gracias al expediente de Veterana de la Revolución de la misma Elvia que obra en los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional de México. Allí se dice que partir de la ferretería de su padre en su natal Motul, a donde concurrían para comprar al por mayor los comerciantes de Valladolid y Maximiliano Bonilla, Elvia se desempeñó como espía y correo de los conjurados después del acuerdo de que toda correspondencia entre éstos se dirigiese a su nombre. Fue así que todos sabían de los planes de Bonilla a través de ella.
Con la participación de cientos de peones de haciendas reclutados por Alcocer y Ponce, así como de mayas pacíficos voluntarios reclutados por Bonilla, el ataque a Valladolid dio comienzo el día 4 de junio a las 3:00 hrs. El combate fue breve y en él resultó muerto su jefe político, Luis Felipe de Regil, y cuatro soldados. Ruz Ponce fue nombrado coronel y jefe militar de la plaza, y con este carácter hizo concentrar en Valladolid, con todos sus hombres y armas, a los presidentes municipales y comisarios de los pueblos de la jurisdicción de dicha ciudad, así como a los jefes militares de los sectores del Cuerpo de Seguridad Pública y de policía que los resguardaban, llegando a reunir acerca de 1,500 campesinos mayas armados bajo su mando. Asimismo, los rebeldes levantaron tramos de rieles del ferrocarril a dos kilómetros de la ciudad, prepararon 27 trincheras e hicieron préstamos forzosos entre los vecinos pudientes, recaudando más de seis mil pesos.
El gobernador del estado, Enrique Muñoz Arístegui, designó al Cor. Ignacio Lara como jefe político de Valladolid, ordenándole que organizara de inmediato un ejército para combatir a los rebeldes. Lara salió de Mérida al mando de 75 hombres aunque por medio de la leva su tropa llegó a más de 600 cuando se acantonó en Tinum, el 8 de junio. El gobierno federal por su parte, envió al l0 Batallón de Línea, compuesto por 600 soldados, mismo que desembarcó en Progreso el 7 de junio y llegó a Tinum el día 8. El batallón federal era comandado por el Cor. Ignacio Luque. En Santa Cruz, se movilizó otro batallón federal al mando del Gral. Ignacio A. Bravo, y en todos los pueblos yucatecos del rumbo fueron alistados contingentes de la Guardia Nacional. Al día siguiente, hubo escaramuzas en Tinum, Uayma y Pixoy, con resultados adversos para los sublevados.
La tarde del miércoles 8 de junio comenzó el asedio de la plaza. El ataque formal inició a las 8:00 de la mañana del día 9, y terminó a las 13:00 horas., cuando las tropas federales penetraron por el barrio de la ciudad llamado “La candelaria”, para después tomar ésa y asesinar a algunos pobladores, procediendo enseguida al saqueo desenfrenado de los comercios. El saldo de dicho encuentro fue de 200 rebeldes muertos, 500 heridos y 600 prisioneros. Del lado de las tropas del gobierno hubo 30 muertos y 60 heridos, entre ellos el Coronel Lara. Además, se realizó un fuerte decomiso de armas. Ruz Ponce, Claudio Alcocer, Donato Bates y otros rebeldes más consiguieron huir a las selvas orientales, refugiándose entre los mayas. Un Consejo de Guerra de las fuerzas de Gral.Bravo condenó a muerte a Maximiliano R. Bonilla, Atilano Albertos y José E. Kantún, quienes fueron fusilados el 25 de junio de 1910. De los prisioneros, 75 fueron internados en la Penitenciaría Juárez, y el resto enviados a Veracruz y enrolados en el Ejército Federal. Los incapacitados para el servicio de las armas fueron deportados al territorio de Quintana Roo para realizar trabajos forzados.

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